Stephanie y Ulla han sido las últimas en visitarnos.... en forma de ciclogénesis explosiva.
La Naturaleza saca toda su fuerza en forma de temporales de lluvia torrenciales, nieve, oleaje desorbitado, frío, y viento. Las borrascas se suceden una y otra vez en la zona oeste de Europa desde las Isla Británicas hasta la Cornisa Cantábrica, mientras al otro lado del océano, en EEUU la nieve ocupa todo.
Y es que ya le tememos a esa palabra desconocida, tan presente ahora en nuestras vidas: ciclogénesis explosiva. Nos la dicen y nos ponemos a temblar, porque no hay nadie que la desconozca ni se sienta afectado por los numerosos destrozos que ocasiona a su paso: muros destrozados, ríos desbordados, el mar entrando en las ciudades, campos de cultivos arrasados, barcos sin poder pescar, viviendas inundadas e inutilizadas y un muy elevado coste económico en las reparaciones, eso sin contar el inestimable daño humano.
Ni los más antiguos del lugar recuerdan haber visto algo parecido. Pero la ONU en su último informe sobre el cambio climático, advertía que estos fenómenos serán cada vez más frecuentes, y apuntaba a un único responsable: la especia humana.
Para más inri: en lugar de apostar por las energías limpias y el desarrollo de I+D+i en todos los sectores productivos, en nuestro país nos limitamos a comprar derechos de emisión que nos permitan contaminar más, por un total de 830 millones de euros, que bien podrían haberse destinado a sanidad, educación, ayudas a la dependencia y servicios sociales en un país sumido en una profunda crisis económica y social.
Debemos considerar un cambio en los procesos productivos con tecnologías que ayuden a minimizar los efectos de las actividades antropogénicas y sobre todo, no hagan más daño a nuestro maltrecho planeta.