martes, 25 de junio de 2013

Ecomateriales: hormigón romano para el siglo XXI

Ya sabemos que la fabricación del hormigón que utilizamos es un proceso altamente contaminante, pero ahora también sabemos que hace siglos, el hormigón utilizado por el Imperio Romano era mucho más ecológico y menos contaminante que el actual, responsable él solito del 7% de las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.

Gracias al estudio de un antiguo dique romano en Nápoles se ha analizado el hormigón utilizado en época romana detectando una mezcla más resistente, y en consecuencia, más perdurable en el tiempo, que el actual. Esta investigación supone la mejora significativa en la calidad del hormigón que utilizamos y en en sus procesos de producción.

Nuestro hormigón se basa en el cemento Portland que es un conglomerante que al unirse con agua, áridos y fibras produce esa masa pétrea que denominamos hormigón. En su fabricación, proceso complejo en tres fases (preparación de la mezcla de las materias primas, producción del clinker de arcilla y caliza que posteriormente se muele, y preparación del cemento) se libera gran cantidad de CO2 por calentamiento del carbonato cálcico a temperaturas superiores a 1.400 ºC.




En cambio el hormigón romano emplea en su mezcla menor cantidad de cal, menor cantidad de combustible y también una temperatura más baja, aproximadamente 900 ºC.

Además el hormigón romano resiste hasta hoy incluso en contacto con el agua marina por contener rocas y cenizas volcánicas creando una estructura de enlaces muy resistente. Al contrario las construcciones modernas se desgastan a partir de los 50 años y se les estima una duración media de 150 años. Datos muy sorprendentes frente a las obras de ingeniería romanas que llevan miles de años de agresiones químicas en pie.

Se atribuye a Marcus Vitruvius Pollio, autor del tratado de arquitectura De architectura libri, la fórmula del hormigón fruto del estudio concienzudo para lograr un material duradero que ayudara a la estabilidad política, económica y militar de la civilización romana. Si este autor hablaba de las excelencias de las cenizas volcánicas abundantes en el golfo de Nápoles y estas cenizas no abundan actualmente ¿qué hacemos? Pues sustituirlas por puzolana, mineral muy abundante y cosmopolita con propiedades similares a las cenizas volcánicas.




El cemento puzolánico se considera un ecomaterial. También puede obtenerse puzolana de residuos agrícolas de la paja de la caña de azúcar y de la cascarilla del arroz, de cuyas cenizas se obtiene un residuo mineral rico en sílice y alúmina dependiendo su estructura de la temperatura de la combustión.

Las ventajas del cemento puzolánico son mayor durabilidad y resistencia en ambientes marinos, frente a sulfatos y cloruros, resistente a la compresión y a la abrasión, y con menos grietas en el fraguado lo que le hace más impermeable y necesita menos cantidad de agua. Además la puzolana presenta otros usos muy interesantes en construcción, jardinería y arqueología como sustrato inerte y aireante en cultivos hidropónicos, filtro natural de líquidos, absorbente, drenante natural en instalaciones deportivas y campos de fútbol, aislante térmico y abrasivo.

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