Algunos ambientadores domésticos pueden tener los días contados. Esta es la propuesta que a través de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha llegado al Congreso.
Y es que en velas perfumadas, inciensos, aceites y otros ambientadores se han detectado sustancias alergénicas, contaminantes y nocivas que son desprendidas por ellos, entre otras benceno y formaldehído, perjudiciales para embarazadas, niños, pacientes con asma y ancianos.
Este hecho es común en la UE, como así lo indican estudios realizados en Bélgica, Italia y Portugal.
Los médicos nos advierten de los peligros que pueden acarrear crear un ambiente perfumado en tiendas y establecimientos de restauración, gimnasios, etc, incluso en nuestro hogar especialmente durante celebraciones. Y es que el mayor problema viene de la parafina con la que están fabricadas.
La parafina es un derivado del petróleo muy barato porque se parte de los residuos del refinado del petróleo. La alternativa sana y ecológica es la fabricación de estas velas, de consumo humano, con cera de abeja o cera de soja.
Estos productos y las sustancias que emiten deben ser regulados igual que se ha establecido con el tabaco. Actualmente existe un vacío legal, desconociéndose incluso los niveles de emisiones y exposición permitidas.
Hay que abordar sus posible efectos nocivos, regular su uso en espacios públicos y retirar aquellos productos con emisiones tóxicas perjudiciales para la salud. Se debe corregir el etiquetado de los mismos mostrando las condiciones de uso para mantener óptima la calidad del aire.
Pero no sólo la parafina se usa en las velas. También es la responsable de ese bonito y llamativo brillo que tienen las frutas a la venta. A la fruta, como manzanas se le aplica una capa por encima. También se usa en los moldes de la industria alimentaria como lubricante para extraer tortas y bizcochos.
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