Nuestra civilización no se entiende sin el uso de los antibióticos. Es innegable su efecto positivo en la lucha contra enfermedades diversas. Pero también sus efectos también tienen su parte negativa, y ésta es su capacidad de que algunas bacterias se hagan resistentes a ellos. En nuestro país crecen de forma alarmante las infecciones con bacterias resistentes a antibióticos.
Son especialmente peligrosas las infecciones causadas por bacterias CPE (enterobacterias productoras de carbapenemasas (antibióticos)) resistentes a los antibióticos de último recurso más empleados en los hospitales. Lógicamente nos hacemos idea de que pueden ocasionar graves epidemias en los hospitales en sus pacientes inmunológicamente más sensibles(ancianos, enfermos crónicos, transplantados u oncológicos) aunque sean inofensivos en nuestro medio ambiente.
El Centro Europeo de Control de las Enfermedades (ECDC) concede a España un nivel 3 de riesgo. El nivel máximo es el nivel 5 que tienen países como Italia, Grecia y Malta donde estas infecciones son endémicas. En Europa las bacterias resistentes han causado 25.000 muertes al año con unos costes sanitarios de 1.500 millones de euros.
Se impone rescatar antibióticos en desuso, normalmente desechados por sus efectos secundarios, y mezclas de antibióticos para combatirlas. Este es el precio a pagar por haber abusado de ellos durante décadas nosotros y nuestros animales, muchas veces sin receta y sin control médico o veterinario. Aqui una imagen de lo que nos tomamos:
En 2013 estamos en el nivel de riesgo 3, y con la cantidad ingente de antibióticos que consumimos es la hora de buscar una solución porque año tras año subimos un escalón más de riesgo. Es la hora de estar alerta y concienciarnos frente a un problema que nos afecta a todos por igual.
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